Flamenco de primera
- Rebeca Viquez Kushelevich
- 20 jul 2017
- 2 Min. de lectura
Desde que supe que pisaría el viejo continente, me propuse disfrutar de un tablao flamenco, sabía exactamente qué era lo que quería, un espectáculo grandioso, que me hiciera enamorar aún más de la danza, que me transmitiera toda la pasión, la intensidad, el sentimiento y el impacto de tan magnífica cultura, sin embargo, nunca me preocupé por el cómo lo obtendría.
Así, inicié mi búsqueda empleando el método más antiguo e infalible para cuando una se pierde, preguntar, entre mis encuestados estaban jóvenes, policías, señoras, trabajadores del metro, del teleférico, etc y aún no logro entender por qué razón, entre una cartera tan diversa de posibles conocedores, ninguno me sabía decir dónde, mucho menos cuándo ni cuánto costaba satisfacer mi capricho.
Por fin, casi sin esperanzas, fruto de la enfática recomendación de Joan Pedro Carañana, profesor de la Complutense, llegué a CasaPatas, un lugar ubicado en la calle Cañizares, en pleno corazón de Madrid, que funciona como taberna-restaurante y escenario de los espectáculos flamencos de la más alta calidad.
Con un prestigio fundamentado en sus 3 décadas de experiencia, CasaPatas es internacionalmente reconocido y recomendado y después de 90 minutos y 38 € entendí porqué
Era 13 de Julio y tuve la suerte de presenciar los hipnotizantes zapateados de Irene "La Sentío" y Pol Vaquero, acompañados de la fenomenal voz de Luisi Carmona y Saúl Quirós con un arreglo magnífico de guitarra a cargo de Carlos Habichuela y Carlos Carmona y para cerrar con broche de oro, como artista invitada Antonia González “La Pescailla” quien me cautivó con un cante y un baile tan clásico y elegante como ella misma.
Definitivamente CasaPatas es un obligatorio en el recorrido madrileño para aquellos que pretenden sentir y gozar de una noche de flamenco en vivo, dejándose envolver en el encanto de un espacio acogedor, tradicional y ciertamente misterioso.
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